Encuentro de Espacios Sociales Autogestionados

Publicado originalmente en Compartir es Vivir, marzo de 2016.

Por Ramón Cruz*

Corresponsal de Compartir es Vivir en Madrid

El pasado 30 de enero se realizó en el barrio de Arganzuela, Madrid, el primer encuentro de la Red de Espacios Ciudadanos (REC), iniciativa en torno a los llamados espacios sociales autogestionados, que busca como tarea principal generar diálogo, conocimiento y análisis de los procesos de autogestión en otras ciudades de España.

Participaron en el primer encuentro La Casa Invisible (Málaga), Centro Social Comunitario Luis Buñuel (Zaragoza), Ateneu Popular Nou Barris, Associació Ateneu Santboia (Barcelona), Ateneu Candela (Terrassa), La Fábrika Detodalavida (Extremadura), el recientemente desahuciado pero aún activo Patio Maravillas de Madrid, y la anfitriona del encuentro, el Espacio Vecinal Arganzuela (EVA), espacio aún en construcción.

El tema medular de este primer encuentro fue la creación de un marco común de estrategias y procedimientos para la protección de los bienes comunes, así como darle forma a varios protocolos adaptables para la cesión de los espacios físicos por parte de los ayuntamientos a los Centros Sociales Okupados (CSO) y Centros Sociales Autogestionados (CSA).

“Entendemos el territorio como lugares vivos, como espacios para la autonomía, el movimiento y los procesos colectivos. Por eso estamos muy contentos de poder participar en estos procesos, e invitar a que los sigamos de cerca”, manifestó Curro Machuca, miembro del colectivo andaluz La Casa Invisible.

Con la llegada al poder de los movimientos municipalistas a diversas alcaldías españolas (Madrid, Barcelona, Zaragoza, etc.) quienes reivindican la democracia participativa y la recuperación y consolidación de “lo común”, se espera que estos proyectos de autogestión ciudadana tomen un nuevo empuje. Sin embargo, esto no significa que la ruta de ahora en adelante sea fácil.

La estrategia de campaña del miedo de la derecha y el establishment y sus medios, catalogando las iniciativas de autoorganización ciudadana de “avanzada comunista” y a sus portavoces como los nuevos “soviets”, ha forzado a las nuevas administraciones municipales a actuar con cautela. Esto ha abierto un complejo y delicado debate de cómo deben ser las relaciones y acciones conjuntas entre las nuevas administraciones de los “municipios del cambio” y los CSO y CSA donde, irónicamente, esas mismas iniciativas políticas que asaltaron las instituciones municipales nacieron y tomaron forma.

Históricamente, el movimiento okupa ha sido una tradición político-social europea, con especial auge en países como Holanda, Alemania o Dinamarca, y ciudades como Barcelona y Roma. El movimiento okupa y autogestionario es una respuesta a las contradicciones en el tejido social que impone el modelo capitalista urbano.

Este movimiento se apropia del “derecho a la ciudad” como principal reivindicación, incorporando consigo un conjunto de demandas e iniciativas sociales que buscan poner en práctica las diversas autonomías individuales y colectivas en los diferentes espacios urbanos e incluso rurales.

La siembra y germinación de estas comunidades subalternas pone en función las múltiples prácticas y disciplinas que la lógica de rentabilidad neoliberal va desechando en cada lugar. La paradoja actual de que existen “casa sin gente y gente sin casas” y la muy discutida gentrificación, entre otras, van siendo erosionadas y discutidas por este tipo de proyectos.

Entre las múltiples iniciativas que podemos encontrar en los CSO y CSA están muy arraigadas las cooperativas de trabajo asociativo, grupos de consumo responsable y autoconsumo, talleres multidisciplinares y multimedia, grupos de medicina naturista y terapias físicas, educación alternativa y tutorías para todas las edades, así como conciertos, exposiciones, representaciones teatrales, talleres de baile y dibujo, etc. Todo desde una perspectiva creativa, vecinal, comunitaria y de libre acceso, autofinanciada y gestionada por los diferentes colectivos. En definitiva, experiencias a contracorriente de las lógicas que impone la hegemonía neoliberal.

En Puerto Rico existen varias iniciativas en esa dirección que con un esfuerzo titánico van ganándose su espacio, proyectos como “Todos somos herederos” y la Casa Taft 169, el Centro para el Desarrollo Político, Educativo y Cultural o El Josco Bravo, entre muchísimas propuestas que están surgiendo alrededor de la Isla.

Lo ocupación de espacios postergados donde puedan materializarse diversos proyectos que confronten el impacto urbanístico de la especulación capitalista sobre los bienes y espacios comunes conlleva un esfuerzo y dedicación colosal por parte de los colectivos. Los frutos, sin embargo, pueden ser altamente gratificantes, al exponer de manera directa las contradicciones del capitalismo y construir comunidad. De eso es que se trata.

*Maestro de inglés y activista social. Coordina en Madrid el Colectivo Agüeybaná y colabora con el Centro Social La Invisible, Málaga.

Democratizar el Espacio Público

ForoUrbanismo_Mayagüez

Algo en esa sentencia incomoda, se contradice y no cuadra… Demo-cratizar el espacio público (demos – pueblo / krátos – gobierno / ia – cualidad). En fin, gracias a ello me sentí motivada a hacer un ejercicio en apariencia inocente y sencillo: “googlear” espacio público. Tenía la esperanza que al hacerlo una de las primeras entradas en aparecer fuera la de la versión digital del diccionario de la Real Academia Española (RAE) pero no fue así. Incrédula hija de la vieja guardia, recurrí a mi biblioteca y lo busqué directamente en la versión impresa para comprobar que no existe en el diccionario de la RAE (y esto hace pensar que tampoco en otros diccionarios de lengua hispana) una definición de espacio público. Hay muchas definiciones de espacios pero NO del “público”. La definición que más se acercó a mi propia noción de lo que es, o debe ser, un espacio público fue la que apareció al final de la larga secuela de definiciones: “Ámbito territorial que necesitan las colectividades y los pueblos para desarrollarse”. ¿Y a qué tipo de espacio corresponde esta definición? Pues, según el diccionario de la RAE ese “Ámbito territorial que necesitan las colectividades y los pueblos para desarrollarse” es el espacio «vital”.  Ahí está que esa definición se parezca a la que tengo en la cabeza de lo que debe ser el espacio público. Pero no sólo por esa revelación el ejercicio resultó interesante. Cuando se introducen esas dos palabras mágicas: “espacio” y “público”, y se pone en marcha el buscador, comienzan a aparecer toda suerte de enlaces a textos académicos y a organizaciones en todo el mundo, dedicadas a trabajar este asunto del espacio público. Creo que ese resultado es extremadamente elocuente, pues evidencia que la gente, mucha gente, en muchos lugares, se ha tenido que dedicar a pensar, reflexionar, trabajar y defender ese ámbito tan imprescindible de nuestras vidas; sobre todo dentro del espacio urbanizado (que tampoco aparece definido en el diccionario la RAE). Ese espacio tan invisibilizado y violado por tantas instancias, de esas instancias “oficiales” que tanto nos afectan (radica precisamente ahí la necesidad de democratizarlo) debemos asumir a manera individual y colectiva la tarea de visibilizarlo y formarlo para que pueda cumplir esa función tan fundamental de nutrir nuestras vidas. Que nos dé igual si esas instancias lo reconocen o no porque en nuestro día a día no deja de ser eso, un espacio vital, el espacio público; nuestro espacio público.