Las Imprescindibles

Publicado originalmente en La Calle Loíza

Hay [mujeres] que luchan un día y son [buenas]. Hay [otras] que luchan un año y son mejores. Hay [las que] luchan muchos años, y son muy [buenas]. Pero hay [las] que luchan toda la vida, [esas] son [las imprescindibles].                              Bertolt Brecht

A Michelle y Ginna

La primera vez que la vi estaba metida en el monitor de una computadora. Aquella chica menuda y delgada protagonizaba un corto en el que solicitaba, en su buen inglés, donativos para un nuevo proyecto de cine al aire libre. Recuerdo que pensé, con cierta envidia, que alguien se me había adelantado y había ocupado ese solar abandonado de la calle Loíza tan tentador y tan desperdiciado. Luego de escucharla hablar de su proyecto –  recuerdo que le di “play” al video más de una vez – no podía más que admirar su propuesta y su determinación. Apoyé aquel crowfunding como cada una de las proyecciones dominicales a las que asistí con silla de playa en mano, casi siempre sola, como para desconectarme y disfrutar de un placer muy íntimo aunque se tratara de un espacio abierto lleno de gente.

La primera vez que coincidimos cara a cara no estaba sola, la acompañaba su hermana, también menuda y delgada. Se acercaba la navidad de 2013 y nos habían citado a la oficina de Urbanismo del Municipio de San Juan para hablar de nuestros respectivos proyectos de recuperación de espacios en desuso. Ya para aquel entonces admiraba a aquellas dos mujeres que le habían dado vida a Cinema Paradiso y les confesé que habían sido un importante referente para mí a la hora de decidir “rescatar” del abandono una pequeña propiedad en la calle Taft para un Centro Cívico. Esa sería la primea de muchas conversaciones que tendría con ellas a lo largo de casi dos años de trabajo, sueños, alegrías y desilusiones.

Poco después de aquella primera reunión con la “oficialidad”, organizamos en Cinema Paradiso un Bazar Navideño para que vari@s vecin@s pudieran sacar algunos chavitos de la venta de productos que elaboran localmente. Al día siguiente, en el mismo espacio, se sirvió el primero de dos almuerzos navideños que se han regalado a la comunidad por esas fechas. Varios meses más tarde volví a Cinema Paradiso a colocar nuestra primera mesa informativa sobre Casa Taft 169, en medio de una abarrotada Feria de Libros Independientes y Alternativos organizada por otra vecina del barrio.

En un barrio que sufre un discriminatorio y cruel déficit de espacios públicos, Cinema Paradiso se convirtió rápidamente en el Ágora de Machuchal. De actividad en actividad, el espacio pasó a significar mucho más para la comunidad que un lugar rescatado para exhibir películas, documentales, cortos, etc. Hubo proyecciones y actividades tan repletas que la gente invadía no sólo la acera sino el asfalto de la calle. Recuerdo una vez que un vecino de la clase “alta” del barrio (residente del sector atravesado por la calle McLeary) me “confesó” que gracias a las actividades que ocurrían en ese espacio y la apertura de nuevos restaurantes, le había perdido el miedo a caminar la Loíza.

El tema de los restaurantes y la gentrificación de Machuchal es harina de otro costal pero valga decir que “no sólo de pan se vive”. Es evidente que la calle Loíza se está convirtiendo a zancadas en una monotemática meca donde la apertura de espacios dedicados a la gastronomía es casi inversamente proporcional al cierre de comercios que le daban otro sabor a la vida del barrio como Topeka, Tropical Music, Humberto Vidal o el 5 y 10. Un sabor que es como el sofrito de ese guiso “emprededor” que se cocina hoy en la calle Loíza. Un sabor que no alimenta el estómago pero nutre una actividad comercial (importante para algunos sectores del barrio), una economía local y las dinámicas sociales de intercambio y relaciones basadas en la proximidad, lo cotidiano y la familiaridad.

Tanto así que ya no contamos con Cinema Paradiso en la Loíza ni para la proyección audiovisual ni para el montón de otras actividades gratuitas y al aire libre que se llevaban a cabo allí. Lo que hay hoy no es uno, o dos, sino tres “food trucks” instalados en el solar abandonado que dos mujeres menudas y delgadas llenaron de vida un buen día. Nada que no se pudiera sospechar desde hace tiempo si, después de todo, no se trataba de un espacio público. Y aunque lo fuera. Sobrevivimos en un sistema para el cual el valor social y trasformador del espacio público es nulo; aún cuando excepcionalmente se ha materializado o está por materializarse. ¿No se van a prohibir las neveritas de playa en la Ventana al Mar?¿No es un parque privado lo que se quiere construir en San Mateo?

Necesitamos espacios diversos donde satisfacer nuestras necesidades y eso debería incluir esos espacios abiertos y públicos que nos convoquen a andar, a reunirnos, a relacionarnos como comunidad, a compartir, a disfrutar de cosas nuevas, a interactuar con otra gente, con nuestro entorno y el paisaje que nos rodea. Está visto que hay distintos tipos de iniciativas y que unas tienen más valor que otras. Abrir un negocio o dar con un servicio innovador para sortear la ruina económica del país puede tener mucho mérito aunque está lejos de resolver nuestra pobreza de fondo. Emprender una iniciativa para nutrir nuestros afectos, nuestros deseos de comunicar, de compartir, de educar y entretener resulta una apuesta sustanciosa pero un camino mucho más empinado…

Abriendo una puerta al rescate de casas abandonadas; iniciativa Casa Taft 169

por: Nicole Quiles

Para la revista digital [Pan] óptico (26.11.14)

Según los datos encontrados en la 4ta sesión ordinaria de la 16ta Asamblea Legislativa del Senado de Puerto Rico celebrada el 15 de octubre de 2010 y presentada por Ortíz Ortíz y García Padilla, en Puerto Rico se habían estimado 204,264 unidades de vivienda que se encontraban desocupadas entre los años 2005 y 2007.  También según la Ley Núm. 31 de 18 de enero de 2012 o Ley para Viabilizar la Restauración de las Comunidades de Puerto Rico se expone que según el Censo del 2000 en Puerto Rico existían 1,017,263 viviendas, de las cuales 244,062 presentaban problemas de hacinamiento.  Ante la gran escala en ascenso de espacios privados que presentan ser estorbos públicos, cualquier vecino se pregunta: ¿Qué puedo hacer para eliminar la amenaza que representa al bienestar de nuestra comunidad la proximidad a una de estas estructuras abandonadas? ¿Tengo el apoyo del gobierno?

Las respuestas a estas preguntas están en el olvido también.  Cada día nos enfrentamos a más espacios en desuso.  Estos espacios dan paso a plagas de cucarachas, roedores y otros animales peligrosos para la salud, en especial la salud de nuestros niños.  Además que se convierten en los llamados hospitalillos para usuarios de drogas y facilitan actividades delictivas en la comunidad.  Como responsabilidad social al gobierno le compete la seguridad de la comunidad y por consecuente, la gestión para eliminar esta problemática.

Ante la inacción del gobierno y tras enfrentar varios escenarios de peligro, los vecinos de la comunidad Machuchal en Santurce se han dado a la tarea de rescatar uno de estos espacios olvidados desde el mes de octubre del año 2012.  En la calle Taft 169 existe una casa abandonada a la suerte desde que su dueño falleció a principios de la década de los 1970.  Marina Moscoso, quien comienza la iniciativa comunitaria “Casa Taft 169” nos cuenta;

“Empecé de una manera muy natural para responder a un problema muy específico; la casa estaba totalmente abandonada y era un espacio donde iban usuarios de drogas, la gente tiraba escombros y se había convertido en un dolor de cabeza para los vecinos.  El verano pasado fue la última vez que unas personas entraron y de aquí pasaron a otras casas a robar, hubo un incidente bien desagradable y las vecinas dijimos que esa era la última vez que sucedería.”

En julio de 2013 una vecina hizo un pequeño huerto en la casa para estimular que la gente no solo pasara por esta sino que les llamara la atención el espacio.  El efecto del huerto fue tan positivo que los vecinos empezaron a donar plantas.  La gente se paraba y empezó a ser un lugar de reunión ya que esta comunidad tampoco cuenta con espacios públicos ni espacios para reunirse. Es en ese momento que los vecinos se plantean la idea de reclamar la propiedad y rescatarla.

Cuando hacen las gestiones descubren la situación particular que tiene esta propiedad;  debido a la muerte de su propietario hace más de cuarenta años, la deuda en el CRIM asciende a los 300,000 dólares.

“Cuando nosotros nos dimos cuenta de esa situación dijimos: Esta casa nadie la va a reclamar, a lo que nos estamos exponiendo es a que esté 40 años más siendo un estorbo público cuando nosotros podemos transformarla en algo de beneficio para la comunidad y nadie va a venir a reclamar ninguna titularidad sobre ella porque tendrían que asumir esa deuda y no es real porque la deuda supera por mucho el valor del mercado de la casa.  Eso nos dio fuerzas de decir o la comunidad la rescata o tenemos el problema eternamente.”

A partir de ahí los vecinos incorporan la Asociación de Residentes “Machuchal Revive”; una organización sin fines de lucro que puede ser el ente que adquiera la propiedad.  También empezaron las gestiones con el municipio; gestiones que aún se mantienen para ver cómo la comunidad adquiere la titularidad de la propiedad.

Casa Taft 169 cuenta con el apoyo de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico; un proyecto para la creación del fideicomiso Casa Taft para  poder tener los fondos para la rehabilitación de la estructura y para poder empezar a operar.

“Nos gustaría que fuera un espacio donde pudiéramos ofrecerle a la comunidad servicios de distintos tipos.  Aquí hay muchos envejecientes y niños.  Sobre todo un espacio desde el cual podamos trabajar como comunidad para mejorar las condiciones del barrio; nuestro entorno urbano que también hay distintos problemas que tenemos identificados que nos gustaría atender. Empezando por el problema de propiedades abandonadas que son muchísimas y el problema de falta de un espacio público.  La comunidad no cuenta con un espacio que sirva para la recreación de niños que son cosas que afectan la calidad de vida.”

Estos vecinos, voluntarios y colaboradores se reúnen semanalmente hace año y medio para trabajar la casa todos los sábados.  Su deseo es llegar a la Asamblea Legislativa porque sería a través de una resolución conjunta que la propiedad podría pasar a manos del estado y entonces  el estado podría transferirla al municipio.  De ahí, hacerle la venta a la comunidad.

“Sobre todo nos llama la atención porque pensamos que podría ser un buen referente para otras iniciativas.  A nosotros se nos ha acercado mucha gente preguntándonos cómo lo hicimos porque en Puerto Rico hay tanta propiedad abandonada y es un dolor de cabeza para tanta gente.  El hecho de que haya un grupo, una iniciativa que haya logrado cierto éxito, es importante para otras personas que están observando lo que está pasando aquí.  Si nosotros logramos abrir esa nueva vía legal, esa nueva política pública, pensamos que puede ser una salida para que otras cosas importantes sucedan en otros espacios.”

Además del apoyo que les ofrece la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana, también cuentan con el apoyo del Starbucks del Gallery Plaza en Santurce que como parte de su política corporativa de Responsabilidad Social los han previsto de refrigerios, merienda y hasta de empleados para ayudar.

En Puerto Rico el tema del derecho urbanístico no es algo que se le dé mucha importancia.  Marina, urbanista de profesión opina que;

“Es un buen momento.  Hay varias personas que están pensando en el entorno urbano y están pensando en alternativas.  Nosotros queremos ir un poco más allá porque pensamos que son súper valiosas iniciativas como “Los muros hablan” y “Santurce es Ley” pero más allá de la cosa muralista, ¿Qué vamos a hacer en serio para mejorar la calidad de vida y la calidad de nuestro entorno urbano en estos espacios que de verdad que tienen que salir del deterioro en dónde están?”

Cuando visitamos la Casa Taft 169, se encontraba una brigada de voluntarios y colaboradores pintando y recogiendo el área.  Les preguntamos a algunos estudiantes del capítulo estudiantil de la American Bar Association y la Asociación Estudiantil sobre Asuntos Legislativos y Política Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana sobre cómo piensan que sus aportaciones están ayudando a la comunidadMachuchal;

“Les estamos dando un espacio donde pueden compartir y hacer actividades, algo que no tenían antes.  Dándole a los vecinos una paz mental que no tengan que estar bregando con individuos tan próximos a sus casas, que no vivan con miedo de ser asaltados.  Apoyamos la iniciativa para habilitar esto para la comunidad.  La Asociación Estudiantil de derechos Legislativos reconoce que estar en contacto con la comunidad es un asunto que sí le corresponde al gobierno y a nosotros como estudiantes.”

También el Prof. Gerardo Bosque, vecino y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana nos recalcó;

“La propiedad abandonada siempre representa un riesgo para toda la comunidad.  Yo creo que el estado tiene muchas cosas en las que ocuparse pero debe haber unos espacios para que las comunidades decidan de una manera más democrática sobre qué hacer con sus espacios.  En ese punto creo que es que se pierde.  Hay una necesidad de que las comunidades utilicen los espacios pero no se fomenta a través de la ley o del municipio.  […] En Puerto Rico hay un vacío estatutario y legislativo en torno a esta situación.  Casa Taft está rompiendo con ese esquema. Vamos a ver qué va a hacer el estado ante este grupo de vecinos que crea este espacio.”

Con ganas de que la iniciativa trascienda y que de un punto impacte a más espacios, en estos meses también comenzaron un proyecto con la escuela local Pedro G. Goyco en la calle Loiza en Santurce.  Para este proyecto cuentan con el apoyo del Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico.  En horario extendido al regular de la escuela, esta iniciativa está ofreciendo cursos sobre distintas ramas de las Bellas Artes.  El objetivo de este proyecto es transformar la escuela para que ésta sea una alternativa para las madres y padres del barrio.  La visión es que sea posible enviar a sus hijos a la escuela como una cuestión urbanística; que puedan ir a pie.

A pesar que las estructuras abandonadas no aportan en nada a la belleza ni a la calidad de vida de una comunidad, ciudad o país son espacios que tienen el potencial para transformar y sí aportar a estos.  Su estética influye en los modos de ver y comportarse de sus habitantes.  «La estética de una ciudad no sólo da cuenta de las condiciones materiales de una sociedad sino que ella también produce conductas y saberes (Liendivit)».

El estado debe facilitar y agilizar los procesos necesarios para que esta problemática de estorbos públicos y espacios perdidos disminuya y si es posible desaparezca.  «La idea es que se le saque provecho a los espacios cultural, social y económicamente para nutrirnos como comunidad» así dijo Marinés Corujo, voluntaria en Casa Taft 169. Esperamos que esta iniciativa de convertir un espacio olvidado en uno de provecho y producción no se quede sólo en la calle Taft en Santurce sino que sirva de inspiración, ejemplo y antecedente para el rescate de muchos otros espacios perdidos por todo Puerto Rico.  Rescatando estructuras y poniéndolas a servir se pueden rescatar actividades, comunidades y gente.

Algunas Referencias:

Casa Taft 169

Ley 31

16ta Asamblea Legislativa Octubre 2010

¿Qué hacer con las propiedades privadas abandonadas?

¿Casas gratis para escritores en Puerto Rico?

La ciudad como problema estético por Zenda Liendivit; Revista Contratiempo

Palimpsesto (20.9.14)

DesclausuraCasitaTaft

Hoy fue un día importante porque revertimos la clausura de la «casita» que está en nuestro patio trasero. La jornada comenzó a las 7 de la mañana. Taína se levantó tempranísimo para traer el agua y el hielo. Un rato más tarde nos visitó por primera vez Livia, una vecina de la calle Jefferson en cuyo jardín crecen unas guayabas enormes y sabrosas en forma de pera. Livia nos dejó saber que son muchas las personas mayores en la comunidad que podrían colaborar con el proyecto pero que por no tener Internet no se enteran de lo que estamos haciendo. Ella tiene toda la razón y es algo que debemos atender. Además, trabajamos en la creación de un Centro Cívico para que en un futuro no tan lejano la gente del barrio pueda venir a Casa Taft 169, precisamente, a acceder servicios como el Internet. La próxima en llegar fue Lily, siempre dispuesta a cuidar de las plantas y crecer nuestro jardín. Comenzamos, entonces, la demolición y al poco rato llegó Simón, a quien tenemos que agradecer que nos diera la mano con el marrón. Un par de horas más tarde pasaría Magali con su contribución de materiales de construcción…